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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Sally rushed into her forehead

As she came home from school, Sally rushed into her room, shut the door behind her with a thud, landing on the bed with her forehead against the pillow. --------- Idiot. You have feelings for him! When did it it all begin? Or was it happening the whole time, as realisation crashed on your silly head only tonight, as you were desperately looking around for him among idiotic faces of people you had no interest to talk to. Una carta y una declaración circular en forma de naranja que nunca leyó. El corazón que se te sale del pecho con cada golpe de tecla, con cada sonido que nace y te abraza desde la punta de sus dedos. Quisiera llorar para que se lave todo, quisiera no sentir más que me elevo cuando lo abrazo. El amor tiene muchas formas. Pero cuando crece tanto puede ser un monstruo que ya no sabés controlar. Y se come cruda a tu razón, a tu orgullo, y te deja un agujero. Grande, redondo, profundo. Una cueva negra de paredes húmedas, a donde van a vivir todos los pájaros que migran d

De la reproducción de la especie y los lectores precoces

Aparta su mirada de la mía y, con desinterés cool, levanta un poquito las cejas y mira algún punto en el aire por encima de mi cabeza. "Ah, sehm... yo a Juan Pérez lo leía hace mucho, cuando no lo conocía nadie. Ahora se murió y es un autor de culto", dice. Me entretiene encontrarme con la soberbia irrisoria de quienes se adjudican el descubrimiento de un escritor (o de un músico o artista cualquiera, si del tema se trata). Escucho sonriente una y otra vez a quienes, con un grito en el cielo, vociferan la celosa declaración de haber llegado a Juan Pérez primero. Me genera ternura ver cómo esos adultos son, en realidad, nenes que cantan apurados ¡ Piedra libre para Juan Pérez !... Como si todo aquello los hiciera lectores más meritorios de las palabras de Juan Pérez. Como si Juan Pérez mismo hubiese escrito todas esas páginas especialmente para el lector que canta piedra libre primero, sacando del juego a todos los demás. Claro, con esto me doy cuenta de que no importa la
"Siempre me fascinó que, cuando me duermo, parecen trabajar dos mentes independientes entre sí, y resuelven problemas distintos; una fabrica sueños, pocas veces maravillosos, a menudo confusos, pero siempre cautivantes; la otra resuelve problemas prácticos. Cuando despierto suelo recordar las imágenes oníricas, con tanta mayor claridad cuanto más interesante, intenso o removedor sea el argumento aglutinante, y es pocos minutos después cuando aparecen los resultados del trabajo de esa otra mente práctica: la resolución para algún viejo o nuevo problema, la aparición de algún detalle significativo omitido en algún asunto importante, cosas así." *Mario Levrero, Dejen todo en mis manos

El sentido del viento (en un violín)

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Eugene O'Neill dijo que "quien espera que el otro tenga sentido común, no hace más que demostrar que a él mismo le falta". ¿Quién nos enseña el sentido de la vida? ¿Quién sabe cuál es la fórmula de la felicidad, de la familia perfecta, del amor sin dolor? Si el viento lleva a Darío a encontrar sentido en esa paternidad inesperada, raíz de una escena tragicómica de sometimiento y desesperación, ¿quién dice que eso no tiene sentido? Que el viento nos haga bailar como hojas. Y que el sentido sea el sentido del viento. El Viento en un Violín me llenó el pecho de mariposas (o de hojas que revolotean con el viento). Gracias Tolcachir. Gracias a todos los que pedalean para poner en marcha el motor que, desde el escenario, dispara ráfagas de energía magnética –una electricidad despertadora de emociones en culitos sentados como el mío.

Allegro ma non troppo

Abrió los ojos y sintió el calorcito de la baba correr por la mejilla izquierda. El rastro tibio le señaló el camino hacia la almohada que ahora estaba hundida por la huella de su cabeza y mojada por el charquito en forma de pera,  evidencia de que ella se había entregado de lleno a un sueño profundo.  Tomó aire por la nariz, apretó fuerte los labios aguantando  la respiración y se paró de un solo movimiento. Caminó torpe hasta la cocina y, en su paso por el living, supo que su mirada hiperquinética no le daría paz hasta que encontrara un medio de desagote para ese aliento comprimido. Todavía sin largar ni un hilito de aire, sus pies descalzos sobre el mosaico frío siguieron bailando en la búsqueda, hasta que  sus ojos se anclaron por fin en un anotador A4, que la esperaba sobre un estante de la cocina. Manoteó rápido una lapicera del mueblecito, y justo cuando estaba a punto de ponerse azul, se sentó, descomprimió los cachetes y,  entre un  exhalar ahogado y  un inhalar con un ron