Entradas

Mostrando entradas de 2018
“Tal vez vivir se nos escapa porque la vida pasa y porque morimos. Pero me pregunto: ¿no es el lamento por el carácter efímero de la vida demasiado fácil? ¿No se nos escapará la vida porque no es posible «detener» el tiempo que «vuela», de acuerdo con lo que tanto se ha declamado en la mala poesía? Que nuestras fuerzas flaqueen, que la vida se agote, que apenas al nacer la muerte empiece a trabajar en nosotros, e incluso antes de haber nacido, ¿no es en realidad más inquietante? ¿La vida sería tan insoportable si no cambiáramos a cada instante? Pero si permaneciéramos siempre idénticos, condenados a lo mismo, al «ser», como quisiéramos, fijado (petrificado) en su identidad y sustraído de la muerte, entonces ¿acaso vivir sería vivible , o al menos tolerable?  Sin embargo, la vida no solo se agota, también se estanca. Se estanca entre las paredes de una habitación, en los gestos e incluso en las amistades, absorbida menos por el hábito que por la normalidad. Y entonces ya no nos da
"No supe más nada hasta lo que yo creía la mañana siguiente. Abrí los ojos; seguían fijos en la puerta. Ambas luces estaban encendidas; la de la portátil y la que pendía del techo. No recordaba sueños, no recordaba haber existido; algo enorme y negro me había tragado y ahora, sin poder digerirme, me vomitaba sobre una cama. (...) Saludé elevando dos dedos hasta mi sien, y partí rumbo al restaurante. Era notable cómo había cambiado Penurias en tan poco rato. Habían afirmado las veredas y asfaltado las calles, los pájaros cantaban quintetos de Mozart aunque ya dominaba por completo la oscuridad, y los peatones se habían vuelto amables y cordiales. Me sonreían tiernamente al pasar. Los perros meneaban la cola y los elefantes se quitaban el sombrero y me hacían reverencias. El cielo estaba surcado por fuegos artificiales y por un enorme arco iris brillante; al pie de un extremo, un grupo de enanitos de Walt Disney enterraba apresuradamente una olla repleta de  monedas de oro. El ai