Tea for five


Entró a la casa y de nuevo, el silencio. En el aire, la mezcla de frío y olor a cigarrillo se le hacían extraños y no tanto. En la cocina, cinco tazas con el fondo amarronado de café esperaban que alguien las esterilice. En el baño, una colilla de cigarrillo flotaba en el inodoro. Repasando los cadáveres de nicotina que había visto al entrar, recordó que una colilla amarillenta descansaba también en la pileta de la cocina. Claro…la abuela, pensó. Sí, la abuela esa tarde había agarrado la botella de ron y después de un largo trago, expresó con un placer que impresionaba: “¡¡Aaaaaaargh, qué rico es!!”. La tarde se pasó entre charlas aturdidoras, interrupciones, celos y gritos. Bueno, pensó….siempre es un poco así tomar el té una tarde con las mujeres de la familia.

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