La vida por el grunge (The day I tried to live)


1996

Mirás hacia arriba. El cielorraso mantiene las estrellitas fluorescentes, que empiezan a despertar. Se alejan y todo se oscurece. El espiral de Head Down te envuelve y arrastra, hundiéndote en la cama más y más. 


Pensás que, cuando aterrices del viaje, por ahí hasta te parás para dar vuelta el cassette y escucharlo de nuevo.


2017


Miércoles/madrugada del jueves

Mirás hacia arriba. El techo de tirantes de madera se esconde en la oscuridad. Deben ser como las 4 am, pero mejor no ver la hora en el celu. De la nada, en tu cabeza escuchás el bajo del comienzo de The day I tried to live ¿De dónde salió eso, si no escuchas esa banda hace años?


Un par de horas después, rise and shine. En la parada del 50 ya ves todo helado, y cuando te subís, chusmeás el Catedral, que se puso tan flúo como las estrellitas. Entonces pensás, eh!, este va a ser un buen día. Lo confirmás cuando te pones a escuchar Soundgarden y el corazón se te llena de luz amarianaranjada, la misma que emana la bola enorme que está saliendo justito ahí, detrás de la cordillera. Armás una playlist (“la vida por el grunge”), y mientras le pones el nombre, Cornell canta “just like suicide”. Sonreís.


Sábado

Mirás hacia arriba. Abrís la boca y sacas grande la lengua, entrecerrando los ojos ¿Cuánto puede pasar hasta que un copo gordo me caiga en la lengua? La primera nevada del año, y qué felicidad. Como si anoche meterme en el patio de Oskar hubiese sido un lindo presagio.


Mirás hacia arriba. Copos caen. Viajan. Desde lo tangible a lo corpóreo, a esa forma multiforme que cae bellísima, danzando, volando (“how you'd fly so sweetly”). Antes de tocar el suelo, los copos pierden cuerpo. For good. Y se vuelven para siempre, parte de todo. 


Buen viaje, Cornell. Te abrazo.


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