Náuseas y palpitaciones

Una foto perfecta se proyecta en su sien cuando lee "Los amantes rendidos se miran y se tocan/una vez más antes de oler el día", tan perfecta que revive, y ella ahora la ve, una imagen congelada, que la envuelve y agobia. En una habitación fría, colgaban ídolos y tanquecitos de guerra. En una cama caliente dos cuerpos se entrelazaban. "Basta, no quiero amor, no quiero, no quiero, no, no", y una ola caliente le golpeaba la cara, una ola de arena áspera y abrasadora, que le decía que ya era tarde. La ola se le metía en el pecho y hacía un remolino en el corazón para activar esas palpitaciones amarillas, incontrolables, que aparecían de la nada. La ola salía de su cuerpo y ahora hacía una mortaja que no la dejaba respirar por la nariz. Ni por la boca. La ola era una montaña que se posaba en la boca del estómago y se hacía densa, de un barro gris, que ahora se iba y dejaba un agujero. Ella no podía entender esto que creía se llamaba angustia, y mucho menos las leyes idiotas de la física, que nada iban a poder explicarle...¿cómo podía todo ese vacío ocuparla? ...¿qué humor negro y sanguinario tenía el amor o el enamorarse que se manifestaba en náuseas y palpitaciones?
Quería ser una piedra. Quería no sentir nada. Quería irse corriendo y dormir sola en su cama. Quería que nunca la hubiese abrazado. Quería enterrar otra vez el miedo. Quería frío. Ser un témpano de hielo. Porque un témpano de hielo puede quebrarse y morir. Pero no le duele nada.

29 de julio de 2010

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