Shadowplay - O relato de una adquisición triunfal en las sombras

A través de la vidriera se veía todavía un poco de luz, aunque en la puerta de la librería, el cartel gritaba "cerrado". Desde un soporte de metal en primer plano, el librito me llamó. Iluminado por un haz de luz, o quizá desde la oscuridad, esa tapa resaltó para mí más que nada en el planeta. La emoción me aceleró el pulso y entorpeció el pensamiento. Amagué a abrir la puerta ("Cerrada, Melina, boluda, está cerrada!!" decía el otro-yo más despierto en mi cabeza entumecida por la hipnosis materialista). Llamé al pibe de adentro con gestos entre desesperados y lastimosos, y miré el reloj. 19.56 (¡Ja!, ¡mi reloj está sincronizado con el 113, no me podés cagar, me quedan 4 minutos!).
El pibe, con una sonrisa un poco forzada, abre la puerta. Se escucha el mágico clin-clín tintilante que rebota en el aire y me invade un olorcito a libro que me llena el alma.
—Perdón, siempre tengo abierto a esta hora, pero quería irme temprano. Mirá tranquila.
Aguantando las ganas de perderme otra vez entre los estantes de madera, contesté con determinación.
—No, ya está. Quiero este.—dije, y lo agarré de la vidriera.

Si pasaban por Walrus Books el sábado a la mañana quizás seguía vacío ese trono en la vidriera, en donde antes de que lo secuestrara había descansado "Touching from a distance"

Yey, estoy feliz. Feliz, que es como decir Joy.




09 de junio de 2010

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